Aunque a veces lo parezca, nunca volvemos al mismo sitio.
Hace cuatro años decidí tirarme a la piscina sabiendo que no tenía agua, porque tenía claro que el momento que tanto había estado postergando por miedo, había llegado. Sabía que si no cambiaba de rumbo profesional en ese momento en el que los astros se habían alineado para hacerlo posible, no lo haría jamás. Así que salté. Aquel salto (un tanto kamikaze), me obligó a adentrarme más en mí para descubrir qué era lo que yo quería aportar en el mundo a través de mi trabajo. Lo llaman propósito y para mí,...